Cada uno de los equinos secuestrados por estar sueltos en la vía pública y sin la presencia de sus propietarios, tiene una historia, algunas tristes y otras no tanto, aunque en todos los casos con un final feliz, su bienestar.
Morita es una yegua que fue trasladada a la entidad protectora que los acoge, presentando un estado general de salud muy deteriorado.
Previo a la intervención de la Municipalidad y Policía de la Provincia, ella fue arrastrada con una camioneta provocándole serias lesiones que hacían temer por su vida.
Dicha protectora, con cariño y mucha paciencia, más un trabajo de profesionales y responsables de la institución, logró sanar al animal que presentaba serias lesiones en sus vértebras y hasta la pérdida de uno de sus vasos de las patas, entre otros graves daños.
Hoy Morita, vive contenida, protegida y libre de maltratos, disfrutando de una vida diferente en un ambiente natural. Sus heridas lacerantes han quedado estampadas en su cuerpo ahora recuperado, luego de una paupérrima alimentación y absoluta falta de atención sanitaria.
Morita es uno de los excelentes frutos de la Fundación a la que el municipio deriva a los equinos para una vida libre de riendas y látigos, los que fueron reemplazados por amor.
Como todo ser vivo, siente los buenos y malos tratos dados por el hombre, de allí que se los debe proteger de todo acto de crueldad, siendo merecedor de la atención, cuidado y protección.
Morita, como cualquier animal, ha padecido miedo y sufrimiento. Hoy ese sufrimiento forma parte de su triste pasado.
Su vida que podría haber terminado abruptamente en un matadero, se prolonga en un ambiente sano y lleno de paz, hasta el final natural de su existencia.